Los programas de chatbot basados en inteligencia artificial y aprendizaje automático que simulan conversaciones con asesores reales están ganando popularidad en los servicios de atención al cliente, el comercio electrónico, el marketing y la práctica en el ámbito jurídico. Dependen de la tecnología de procesamiento del lenguaje natural para comprender, interpretar y responder al habla humana. Gracias a la técnica del aprendizaje automático, los sistemas de chatbot se adaptan y mejoran la calidad de las respuestas mediante el aprendizaje a partir de grandes cantidades de datos textuales. Con la integración de bases de datos y API, su funcionalidad puede ampliarse permitiéndoles realizar determinados tipos de operaciones, como reservar o proporcionar información personalizada.
Esto, a su vez, requiere un diseño cuidadoso del procesamiento, almacenamiento y transmisión seguros de la información. Ni que decir tiene que también debe delimitarse la responsabilidad legal en relación con los actos de los chatbots, como cuando se proporciona información con errores. Los desarrolladores y propietarios de los chatbots deben estar claramente identificados en términos de responsabilidad para evitar cualquier riesgo legal potencial.
En definitiva, los chatbots ofrecen una gran oportunidad de aumentar el servicio al cliente en el mundo digital. Sin embargo, su uso no solo requiere conocimientos técnicos, sino también tener en cuenta los aspectos jurídicos. Por lo tanto, si las empresas y las sociedades quieren integrar con éxito los chatbots, deben desarrollar y aplicar normas y políticas claras.